Ranchería José María Pino Suárez, Tecolutilla
En el patio trasero de una casa, un niño de tan solo 10 años, jugaba con el arma de su papá entre las frondosas plantas de cacao.
En la ranchería José María Pino Suárez, en Tecolutilla, la vida de Nicanor y Teresa, estaban absortos en sus cuentas domésticas, ajenos a la tragedia que acechaba. En el patio trasero, su hijo, un niño de tan solo 10 años, jugaba entre las frondosas plantas de cacao, sin saber que su mundo cambiaría de forma dramática esa noche.
La tranquilidad que envolvía la casa se rompió abruptamente con un estruendo estremecedor que sacudió sus vidas. Minutos después, Miguel Ángel yacía en el suelo, su cuello herido de gravedad por un disparo. El arma de caza de su padre había caído en manos del pequeño, quien en su inocente travesura se aventuró al patio trasero, con la complicidad de la penumbra de la noche.
EL ESTALLIDO
Cuando el disparo alertó al padre, salieron corriendo en busca de su hijo, a quien encontraron gravemente herido. Sin perder un instante, Nicanor alzó a su hijo inerte en brazos, mientras Teresa, tambaleante, lo seguía.
A pesar del dolor que les embargaba al ver a su pequeño ensangrentado, el instinto maternal de Teresa la impulsó a luchar por la vida de Miguel Ángel. La herida era grave y, en cuestión de segundos, la vida del niño se desvaneció, pese a que lo llevaron a un hospital, el menor pereció.
Las autoridades arribaron, rodeando la escena de la tragedia con cinta amarilla. En aquel modesto hogar, la desgracia había golpeado con crudeza, arrebatando la vida de un niño inocente que había ignorado el peligro al jugar con el artefacto que su padre utilizaba para la caza.
El LUTO
En cuestión de minutos, el domicilio de Nicanor y Teresa se vio rodeado de curiosos que observaban en silencio desde la distancia, mientras la madre lloraba desconsolada y el padre, con la mirada fija en el suelo, era interrogado por las autoridades. El dolor de la familia era palpable, y la pérdida de Miguel Ángel sumió a todos en un luto profundo.
Con estos hechos, suman tres los casos de niños muertos a manos de armas de fuego por accidente; en Mayo Ricardo de 5 años murió en Balancán; En Huimanguillo Citlali recibió un disparo a manos de su hermano.